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YMA SUMAC, la “princesa inca” y su estrella en el Boulevard de la fama

Publicado: 2016-09-13

Este es el extraño cuento de hadas de la princesa inca que un día llegó a Broadway, a las Vegas, a Hollywood; que filmó con Charlton Heston, que tuvo una estrella en el Boulevard de la Fama, que fue considerada una de las voces más dotadas del mundo, y que un día desapareció, como tragada por un enigmático autoexilio. 

Zoila Emperatriz Chávarri del Castillo, o Yma Sumac, nació en septiembre de 1922. Sobre el lugar exacto aún persiste cierta controversia. Todo indica que fue en el Callao -según versión de la propia Yma-, entiéndase por casualidad, por una eventualidad de pasajeros; pero conoció el mundo desde que tuvo uso de memoria en Ichocán, distrito de Cajamarca.

Los primeros años de la “princesa inca” (se decía que la madre era descendiente directa del último inca, Atahualpa; afinidad difícil de probar, aunque se haya intentado) transcurrieron en su pueblo, en donde, cuenta la crónica-leyenda, hablaba cantando con los pajarillos, imitando el sonido de las aves.

Pronto despertó la fascinación de especialistas que no esperaron para llevarla a Lima y explotar todo su potencial. La princesa cantaría entonces en Radio Nacional, deslumbrando a los oyentes con su precocidad y peculiar entonación.

Con el éxito llegó el amor, o algo parecido, quizá el interés vestido de terciopelo o un simple deslumbramiento, lo que haya sido… llegó a su vida. Un talentoso príncipe se casó con ella. Moisés Vivanco la desposó en 1942 cuando ella era aún una adolescente. Vivanco fue su manager, compositor musical y padre de su hijo.

Perú, su mundo, empezaba a cambiar y a maravillarse cada día más con su inalcanzable voz. Fue extraño cómo la suerte se movió en torno a ella; como extraño fue todo el velo que cubrió su vida privada y que no dejó ver más allá de lo escrito en notas periodísticas, objetivas y sensacionalistas.

Un día Yma Sumac emigró; un día regresó, un día apareció en la televisión y conquistó a la teleaudiencia. Y EE.UU. puso sus ojos en ella. En 1950 firmaría por la conocida disquera Capitol Records, para grabar discos como La voz de Xtabay, Fuego del Ande, La leyenda de la Virgen del sol, Jíbaro, y otros; llegando al estrellato del modo más explosivamente cosmopolita. Incluso la princesa inca, del pequeño pueblo cajamarquino llegó al celuloide, para rodar junto a uno de los más grandes príncipes en ciernes, el actor Charlton Heston, el film que llevaría por título The Secret of the Incas (1952).

Y como todo siguió cambiando, ella también cambió, su forma de cantar cambió, su registro insólito (posiblemente de cinco octavas),sus pretensiones…, y todo al ritmo frenético de una historia hollywoodense; lo que no perdonó una cucufata sociedad intelectual limeña que dominaba todo el movimiento cultural limeño; llegando incluso a impedirle una presentación en el Teatro Municipal, ya que no le perdonaban la supuesta traición de sus raíces, al considerar que su música se había transformado en una especie de hibridación, medio étnica, medio psicodélica, medio under, relegando a un plano circense lo “peruano-andino”. La princesa, explicablemente resentida se alejó del pequeño mundo que la vio crecer.

A mediados de los cincuenta, Yma Sumac se nacionalizó estadounidense. Pero ciertos problemas, según los rumores, extramaritales y financieros, harían temblar su sólida estrella. Es entonces que la princesa parte a la potencia de las estaciones frías, la Unión Soviética, atendiendo a una invitación de su presidente Nikita Krushev. La potencia la recibe con calidez, y en ella Yma se pasea por un incontable número de ciudades dando conciertos multitudinarios. Después de algunos años de éxito, regresa a EE.UU., en donde el boom por lo místico andino había pasado de moda; el recibimiento fue indiferente y casi imperceptible. Y con todo eso, llegó el escándalo del desamor, y el inevitable divorcio de Vivanco en 1965.

Luego de cierto silencio, la princesa de cuarenta y tantos años, vio revivida su estrella, aunque sea por unos momentos, en la década del setenta, coincidiendo con el renovado pero fugaz interés que se cobró por esa música “exótica”.

Desde entonces poco se sabía de Yma Sumac, hasta que en 2006, a sus ochenta y tantos años, regresó a Lima donde fue homenajeada por diversas instituciones oficiales. Por cuestiones de salud no pudo regresar a la Cajamarca que la vio crecer y cantar con los pajarillos.

Yma Sumac falleció en Los Ángeles (EE.UU.), en noviembre de 2008, víctima de cáncer.


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