#ElPerúQueQueremos

¡Aquí, allá, el miedo continuó!

"La democracia que no cura..."

Publicado: 2016-01-21

El Perú no es una nación, es una guerra civil de baja intensidad en medio de la discriminación racial, los conflictos sociales, la inseguridad ciudadana y el “emprendedurismo pragmático aspiracional”. Seamos sensatos y pesimistas, nada va a cambiar con las elecciones de este 2016. Los dueños del Perú están más cómodos que nunca, observando a los aspirantes a guardaespaldas hacer impensables alianzas políticas y jugar al casino rodeados de cámaras televisivas. Todo transcurre con la liberal certeza de que nada ni nadie asustará a los financistas de estas elecciones: los empresarios. ¿De qué va el juego entonces? De creer biológica e históricamente que la libertad consiste en que las tiendas estén surtidas de cerveza y papel higiénico, en elegir a un presidente -pero no al ministro de economía-, y poseer una colorida tarjeta de crédito. Y por supuesto, en tener miedo a cualquier situación que signifique un cambio o un esfuerzo. 

Luego de la tragedia de los noventa, de todo el miedo que la dictadura nos inoculó, la democracia recuperada no curó a la generación que la recuperó, menos a las venideras; solo la desencantó con los toledos, garcías y humalas, hechuras de un Sistema que vetó para siempre la inteligencia y el verdadero desarrollo. Y no son teorías conspirativas de una izquierda extraviada, son descripciones científicas y respuestas de un mínimo sentido común: el capitalismo peruano embrutece y entumece. Porque una cosa es el liberalismo europeo, y otra muy distinta el mercantilismo de nuestra derecha. Pero nos han hecho creer que eso está bien y a tanto bombardeo mediático nos hemos vuelto zombies ideológicos. Y nuestro “centro democrático” opinando siempre a la sombra la derecha, no vaya a ser que se quede sin tribuna privilegiada.

Veamos. Votar por PPK porque es millonario y (ex) gringo es como adorar un ídolo de oro en pleno desierto padeciendo de sed. Votar por Acuña por creer que algún día llegaré a tener sus millones es como querer tumbarse un avión a punta de balines. Votar por Keiko por agradecer la supuesta pacificación y estabilidad económica que nos legó su padre es como regresar con el cónyuge pegalón que casi nos mata porque nos obsequió un ramo de flores.

El miedo es un lente cóncavo y convexo a la vez y viene de ambos lados, patrón y esclavo. Nos hace ver espectros donde alguien pide mayor protagonismo del Estado o algo de necesaria regulación, y nos hace ver héroes del orden donde solo hay Filosofexxx sembrando armas en rendidos manifestantes. Mientras no superemos el miedo a perder las cadenas que nos sujetan a la mediocridad bien amoblada de nuestros días seguiremos defendiendo con uñas y dientes los barrotes de nuestra cárcel. El miedo, y no la sensatez, hizo que Humala abandonara para siempre la Gran Transformación, por ejemplo. Somos una mala película de David Lynch.

El miedo a quedar fuera del escenario político, digámoslo: sin su cuota de poder y presencia mediática, ha hecho que otroras voces representativas de la consecuencia como Lourdes Flores, Susana Villarán, Anel Townsend o Marisol Espinoza (sin hablar de la legión de políticos hombres) hagan malabares para sobrevivir a través de cuestionadas alianzas. ¿Cómo defiendes a Alan García, a Daniel Urresti o Acuña Peralta?

En suma, la tibia seguridad de la caverna nos impide que dejemos de vender cerros en la sierra norte del país porque es lo más barato e inmediato que hay. El miedo a las colas ochenteras nos asiste a la hora de asegurar que el Estado no sirve para hacer empresa, pero sí para salvar a pobres banqueros en desgracia. El terror a los peruanos sin apellido compuesto nos hace levantar sólidos muros de la vergüenza. El temor a la pluralidad de opinión es el filtro que utiliza la Concentración de medios para contratar periodistas. El susto que provocaron los pulpines frente a la Confiep logró que deroguen una ley de mano de obra barata. El temor a más conflictos ambientales ha dado luz verde por fin al Senace. Etc.

El miedo siempre gobierna...


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